28 de octubre de 2007

Morpheus is gone

Bienvenido al desierto de lo real…
No puedo parar de estornudar con tanto sol. Por supuesto que el disfraz tiene que ausentarse, aquí se requiere piel sin aditivos, presta al curtido, cuero ampollado al borde de la necrotización. Aunque si de disfraz de ficción se trata…bueno, ya no sé. Es que, en realidad, no puedo pensar con tanta sed.
Solo sentir. Y claro, no sirve, porque las sensaciones andan batiendo las alas por ahí, huérfanas de referentes, y me van a volver loca. Ayer acaricié un gato y casi lloro. No solo por el hecho de que era una cosa hermosísima (gordo, blanco y suave, trilogía perfecta), sino porque sabía que esa inigualable sensación de roce entre su piel y mis palmas era la misma nada. Y yo necesitaba tocar algo que no me dañara, mirar luces fuertes que no me quemaran las córneas, dormir en superficies gentiles y cálidas, pero acá hay solo tres dimensiones: un arriba que se me cae encima, un adelante que me come los tímpanos y un adentro del que mejor ni hablar. Y el cliché que asoma, la frase infaltable del mismo autor de siempre. I feel so alone…gonna end up a big old pile of them bones.


(Derivado impensado de esto)

1 comentario:

Vic dijo...

Nada permanece...
Ni lo bueno, ni lo malo
nada es tan intenso, ni tan importante
como para ser eterno...
Nena, está bien que así sea... no?