30 de septiembre de 2007

Queens Of The Stone Age - Hangin' Tree (Versión acústica)

Benditas sean las pútridas profundidades infernales que engendraron a Mark Lanegan...

29 de septiembre de 2007

Tristan Tzara - Para hacer un poema dadaísta

Tome un periódico.
Tome unas tijeras.
Escoja en el periódico un artículo de la longitud que quiere darle a su poema.
Recorte el artículo.
Recorte en seguida con cuidado cada una de las palabras que forman el artículo y métalas en una bolsa.
Agítela suavemente.
Ahora saque cada recorte uno tras otro.
Copie concienzudamente en el orden en que hayan salido de la bolsa.
El poema se parecerá a usted.
Y es usted un escritor infinitamente original y de una sensibilidad hechizante, aunque incomprendida por el vulgo.

28 de septiembre de 2007

26 de septiembre de 2007

Johnny Cash - Cocaine Blues

Early one mornin', while makin' the rounds
I took a shot of cocaine and I shot my woman down
I went right home and I went to bed
I stuck that lovin' 44 beneath my head

Got up next mornin' and I grabbed that gun
Took a shot of cocaine and away I run
Made a good run, but I run too slow
They overtook me down in Juarez, Mexico

Late in the hot joints, takin' the pills
In walked the sheriff from Jericho Hill
He said "Willy Lee, your name is not Jack Brown
You're the dirty hack that shot your woman down"

Said "yes, oh yes, my name is Willy Lee
If you've got the warrant just aread it to me
Shot her down because she made me slow
I thought I was her daddy, but she had five more"

When I was arrested I was dressed in black
They put me on a train and they took me back
Had no friend for to go my bail
They slapped my dried up carcass in the county jail

Early next mornin', 'bout a half past nine
I spied the sheriff coming down the line
Talked and he coughed as he cleared his throat
He said "come on, you dirty hack, into that district court"

Into the courtroom my trial began
Where I was handled by twelve honest men
Just before the jury started out
I saw the little judge commence to look about

In about five minutes in walked the man
Holding the verdict in his right hand
The verdict read in the first degree
I hollered "Lordy, Lordy, have a mercy on me"

The judge he smiled as he picked up his pen
99 years in the Folsom pen
99 years underneath that ground
I can't forget the day I shot that bad bitch down

Come on you've gotta listen unto me
Lay off that whiskey and let that cocaine be!

24 de septiembre de 2007

Eso

Contra mis dientes choca un sonido borboteante
Son fósiles vivos en punto de ebullición
Más una lengua muerta que convulsiona
Tengo los labios cosidos
En un ritual
Mudo
Autoinfligido

Sí, quiero tener una muñeca decapitada
Se vería bien sobre mi cama
Y descansando en mi pecho mientras duermo

Voy a decir algo
O todo
Quién sabe…

Fin escapatoria

Cuatro de la madrugada. Despierta súbitamente, envuelto en un aullido silencioso que le llena los oídos desde adentro. Ignora si el sonido puede rastrearse hasta su garganta y no hay nadie cerca para acercarle una comprobación, así que vuelve a apoyar su sien derecha en esa almohada perversamente húmeda. El sudor que la tela había bebido en sutil ósmosis le sella el insomnio en la frente. Comienza a preguntarse por qué su costumbre de caminar desnudo por las veredas cotidianas hace que, paradójicamente, todo el mundo piense que porta el más bufonesco de los disfraces. Quizás el problema es ese: la ausencia de ropas genera desconfianza e incluso terror a aquellos seres tranquilos y felices que acompañan su caminar, cubiertos en diversos grados por recursos textiles, más o menos reveladores. ¿Se habría equivocado tanto?. No, no, otra vez no, no, así no. Pero…¿acaso no sonríen todos los demás, por encima de sus telas protectoras en cómodos y variados diseños? Concluye que lo cierto es que ellos posan sus cabezas descontracturadas sobre almohadas secas. El no. Párpados abajo. Fin del primer acto.

Tres veces lo había intentado, con medios escogidos luego de escrupulosas investigaciones de costo, disponibilidad y efectividad. Los resultados fueron sucesivamente saboteados por su cobardía (que sus amigos habían bautizado con el inmundo cliché de “ganas de vivir”): la nueve milímetros simplemente lo paralizó con su simple-aunque-imponente presencia, la tentativa de lanzarse desde la terraza del hotel donde trabajaba fue abortada luego de que el vértigo le impidiera el necesario acto de balancear los pies en el borde y mirar hacia abajo, y la lluvia de Rivotril que se propinó una calurosa noche de noviembre le suspendió todas las funciones biológicas menos el pánico, que hizo mover sus dedos (aún no entendía como carajo lo había hecho) para teclear el número del servicio de emergencias. Ganas de vivir. Qué hijos de puta.

Nueve botoncitos de plástico luminosos ceden bajo su dedo índice. Tono de llamada. Voz sorprendentemente suave que responde del otro lado. Formalidades que estorban más que nunca. Meollo de conversación áspero y duro como el mismísimo carozo de un durazno. Tratativas de dinero, directivas para la realización del laburito en cuestión. Especificaciones demasiado particulares para la forma de pago. No hay quejas del otro lado, lo cual confirma la redonda perfección del momento. Tenía que ser así, evidentemente.

Dos ancianas le sonríen, agradecidas por el trato cordial que él acaba de dispensarles. Si supieran. Termina su turno en la recepción del hotel y cambia su impecable uniforme azul por unos jeans que acusan años de abuso y una remera negra, prendas elegidas y embutidas en la mochila con especial cuidado, sabiendo que gran parte del éxito del laburito depende de que la apariencia se ajuste al acuerdo. Mientras camina sin ruido por la alfombra bordó, saluda con un gesto desganado al simulacro de muñeco Ken que lo reemplaza en el puesto. Una risa amarga muere detrás de sus dientes al saborear la idea de no ver nunca más ese rostro cortado con plástica y repulsiva perfección, esa sonrisa blanquecina que no sabe de falsedades simplemente porque es demasiado falsa, esos ojos que han visto todo y no han observado nada. Maldito maniquí afortunado que no abrirá desmesuradamente los ojos ante la presencia del hombre y su arma, un ejercicio de sorpresa anticipada sin razón de existencia. Maldita frente (absurdamente bronceada en invierno) que jamás recibirá el dolor inconmensurable de un plomo de certeza profesional. Maldita camisa blanca (planchada por madre castradora) jamás manchada de una sangre que se vería mucho mejor ahí que en la remera negra efectivamente salpicada.

22 de septiembre de 2007

17 de septiembre de 2007

Segundos previos


But it's not enough
I need more
Nothing seems to satisfy
I said, I dont want it
I just need it
To breathe, to feel, to know I'm alive

Knuckle deep inside the borderline.
This may hurt a little but it's something you'll get used to
Relax...slip away

13 de septiembre de 2007

La piel de gallina de hoy

Banderas en tu corazón, yo quiero verlas. Ondeando, luzca el sol o no. Banderas rojas, banderas negras, de lienzo blanco en tu corazón.
Perfume al filo del dolor, así invisible. Licor venéreo del amor que está en las pieles, sedas de sedas, que guardan nombres en tu corazón.
Son pájaros de la noche que oímos cantar y nunca vemos. Cuando el granizo volvió, la campana sonó y despertó sus tristezas atronando sus nidos.
Esperando allí nomás, en el camino, la bella señora está desencarnada. Cuando la noche es más oscura, se viene el día en tu corazón.
Estás cambiando más que yo (yira, yira, yira). Asusta un poco verte así (yira, yira, yira). Cuanto más alto trepa el monito, así es la vida, el culo más se le ve.
Yo sé que no puedo darte algo más que un par de promesas, no. Tics de la revolución, implacable rock and roll y un par de sienes ardientes que son todo el tesoro.
¡Tan veloces son! Como borrones, así veloces, hundiendo el acelerador. Atragantados por los licores, soplando brasas en tu corazón.
Vas a robarle el gorro al diablo así. Adorándolo como quiere él, engañándolo. Sin tus banderas, sedas de sedas, que guardan nombres en tu corazón.
¡Este asunto está ahora y para siempre en tus manos, nene!
¡Por primera vez vas a robar algo más que puta guita!
Cuando la noche es más oscura, se viene el día en tu corazón.
Sin ese diablo que mea en todas partes...y en ningún lado hace espuma.


(Carlos "Indio" Solari - Juguetes Perdidos)

8 de septiembre de 2007

Bricolage

No debería mirarme ahí. Es un mal espejo. Me veo fea y sé muy bien que no lo soy. Pero que le voy a hacer…es otra puñalada trapera, como siempre. La muy hija de puta nunca me viene de frente, elige siempre el momento en el que camino distraída, admirando bobamente los rayos de sol en mis pestañas, esos instantes en los que incluso pienso que soy idiota...o que quizás sólo estoy feliz, no sé. Entonces, me muerde la oreja. Si, eso, la oreja. Lo suficientemente fuerte para que me duela. Pero no me deja marcas, nunca. Iría contra su casi neurótico sentido de la prolijidad. Además, ella está muy orgullosa de su coherencia, o al menos se lo he oído decir muchas veces.
De todas formas, ya no me molesta más cuando me despierto (no diré “en las mañanas” porque eso sería una completa mentira) y eso es bueno…creo. ¿O no? La verdad es que me siento rara, lo confieso. Porque ahora sé que no soy fea. Y que el problema es el espejo. Ah sí, eso y las mordeduras, que no puedo esquivar. Pero al menos debería acostumbrarme lo suficiente como para ya no sentir el dolor. Mejor dicho: sentir, lo que se dice sentir, lo voy a sentir siempre, no debería importarme. Ahí está.
Pasa que recién estoy aprendiendo a coser. Yo antes solía simplemente pegar las cosas que se rompían, pero la humedad, el calor e infinitas cuestiones fisicoquímicas que no pormenorizaré hacían que las partes terminaran desprendiéndose las unas de las otras. Pero después me di cuenta de que la aguja y el hilo eran una opción más acertada, porque si el hilo se moja no le pasa nada, porque es resistente al calor y a muchas cosas más, y porque para separar las partes cosidas hace falta una mayor inversión de tiempo y esfuerzo (y la gente, generalmente, es perezosa, eso también lo aprendí, pero hace mucho). Entonces, ahora empecé a coser, no muy bien, pero voy mejorando la técnica de a poco, a fuerza de práctica. Y las cosas quedan mejor que con pegamento. Y se ven más lindas. Como yo, que no soy fea.
Entonces, estoy adquiriendo de a poco la segura idea de que, en el caso eventual en que la mordedura resulte demasiado fuerte, si la práctica constante da sus frutos, me voy a poder coser el pedazo que me sea arrancado. Y voy a quedar como nueva, no se va a notar prácticamente nada. Cuando me figuro eso, me siento casi tranquila. Y de nuevo pienso que soy idiota…o que quizás sólo estoy feliz, no sé.

4 de septiembre de 2007

50 million year trip (downside up)


A veces, la calesita me da un poco de miedo...


3 de septiembre de 2007

Fantasía sin premeditación

All of my hate cannot be found
I will not be drowned by your thoughtless scheming
So you can try to tear me down
Beat me to the ground
I will see you screaming…

De repente, me di cuenta de que mis pies no tocaban el suelo, simplemente porque no existía tal cosa. Aturdimientos elásticos, gomosos, purulentos, me presionaban los tímpanos. Una mirada de cervatillo aterrorizado se me adhirió a los ojos, y mis uñas acudieron presurosas a raspar la costra del miedo. Otras uñas, extrañas, comenzaron a robarme epitelios del cuello, sangre de las yugulares ennegrecidas y oxígeno de la tráquea. Los codos no me sirvieron de nada, no pude, no podía contra todos ellos, lampreas del demonio, garrapatas monstruosas.
¿Por qué no me mataban de una vez? Tosí fragmentos de dientes astillados, sentí mis párpados cerrarse bajo la presión de una inflamación purpúrea y antropófaga. Quería desmayarme, quería (¡oh, cuánto lo quería!) pero otro deseo se puso a la par de aquel, corrió con más urgencia y lo pasó a centímetros de la línea final: la sed de aniquilación. No podían hacerme eso con tal impunidad. Se acabó.
Entonces, todo comenzó a correr como aceite de motor, viscoso y resbaladizo. No me gusta tu ropa, ¡bang! Tenés cara de imbécil, ¡bang! Vos, vos…sos demasiado rubia, ¡bang! A ver…no, todo bien con vos, pero igual, chau ¡bang!. Y así, balas, balas y más balas, casquillos humeantes, el dedo índice rígido y acalambrado, la boca abierta en un aullido de animal salvaje. Y luego, risa. No una risa enferma. No una risa sarcástica. Una risa forrada de infantil regocijo, como la de un nene al que le causa alegre sorpresa descubrir que el autito que le regalaron es a fricción y que no necesita la tracción continua de su mano para andar.
Después, me apunté a la sien. No pretendía acabar con mi vida, nada más lejos de eso. Sólo quería masticar y saborear (para después escupir) los gestos, contorsionados por el horror, de los que venían por mi. Ahora era una leprosa, una paria, una poseída…ya nadie me tocaría jamás. Lo había logrado.

If you let yourself go, and open you mind
I’ll bet you’d be doing like me...and it ain’t so bad