9 de mayo de 2008
Leopoldo Marechal - Adán Buenosayres (Fragmento)
Dicho lo cual el filósofo se sentó en un larguero de la cama, buscó afanosamente sus zapatillas y al ponerse de pie sufrió un cambio digno de su mudable naturaleza: el torso gigantesco de Samuel cnocluía en dos cortas, robustas y arqueadas piernas de enano. Al mismo tiempo el quimono chino que lo envolvía manifestaba todo su esplendor. Y ha llegado al fin la hora de que se describa tan notable prenda, con todas sus inscripciones, alegorías y figuras, porque, si Hesíodo cantó el escudo del atareado Hércules y Homero el de Aquiles que desertaba, ¿cómo no describiría yo el nunca visto ni siquiera imaginado quimono de Samuel Tesler? Si alguien adujera que un escudo no es una ropa de dormir, le diría yo que una ropa de dormir bien puede ser un escudo, como lo era la de Samuel Tesler, paladín sin historia, que a falta de corcel jineteó una cama de dos plazas y cuya sola caballería fue un sueño tenaz con que se defendió siempre del mundo y sus rigores. El quimono era de seda color amarillo huevo, y tenía dos caras: la ventral o diruna y la dorsal o nocturna. En la cara ventral y a la derecha del espectador se veían dragones neocriollos que alzaban sus rampantes figuras y se mordían rabiosamente las colas; a la izquierda se mostraba un trigal en flor cuyas débiles cañas parecían ondular bajo el resuello de los dragones. Sentado en el trigal fumaba un campesino de bondadosa catadura: los bigotes chinescos del fumador bajaban en dos guías hasta sus pies, de modo tal que la guía derecha se atase al dedo gordo del pie izquierdo y la guía izquierda al dedo gordo del pie derecho del fumador. En la frente del campesino se leía la empresa que sigue: "El primer cuidao del hombre es defender el pellejo". El área pectoral exhibía a un elector en éxtasis que depositaba su voto en un cofre de palo de rosa lustrado a mano: un ángel gris le hablaba secretamente al oído, y el elector lucía en su pecho la siguiente leyenda: "Superhomo sum!". En la región abdominal, y bordada con hebras de mil colores, una República de gorro frigio, pelo azul, tetas ubérrimas y cachetes rosados volcaba sobre una multitud delirante los dones de una gran cornucopia que traía en sus brazos. A la altura del sexo era dado ver a las cuatro Virtudes cardinales, muertas y llevadas en sendos coches fúnebres al cementerio de la Chacarita: los siete Pecados capitales, de monóculo y fumando alegres cigarros de banquero, formaban la comitiva detrás de los coches fúnebres. En otros lugares de la cara ventral aparecían: el preámbulo de nuestra Constitución escrito en carácteres unciales del siglo VI; los doce signos del Zodíaco representados con la fauna y la flora del país; una tabla de multiplicar y otra de sustraer, que resultaban idénticas; las noventa y ocho posiciones amatorias del Kama Sutra pintadas muy a lo vivo, y un anuncio del Doctor X, especialista en los males de Venus; un programa de carreras, un libro de cocina y un elocuente prospecto del "Ventremoto", laxante de moda. La cara dorsal o nocturna del quimono, la que Samuel Tesler axhibía cuando se daba vuelta, lucía el siguiente dibujo: un árbol cuyas ramas, después de orientarse a los cuatro puntos cardinales, volvían a unirse por los extremos en la frondosidad de la copa. Alrededor del tronco dos serpientes se enroscaban en espiral: una serpiente descendía hasta esconder su cabeza en la raíz; ascendente la otra, ocultaba la suya en la copa del árbol, donde se veían resplandecer doce soles como frutas. Cuatro ríos brotaban de un manantial abierto al pie del árbol y se dirigían al norte, al sur, al este y al oeste: inclinado sobre el manantial, Narciso contemplaba el agua e iba transformándose en flor.
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4 comentarios:
"-¡Bienaventurados los de fuerte riñon y de cintura inquebrantable! ¡Bienaventurados los que, sin mansillar el alma con los delirios del cuerpo ni destruir el cuerpo con los delirios del alma, guardaron la medida justa y el orden armonioso por los cuales el hombre se instala con honor entre le plano del Ángel y el plano de la Bestia!..."
Que maestrísimo Leopoldo, que novela de la ostia...
Saludos Petra
Empatía? Plagio? Digo, entre sergio y vos. O mera casualidad fundada en un gusto muy similar? Es una muy buena novela, pero siempre me pregunt cuál sería la respuesta ante alguien que confesara que para él- aceptando la corrección estilística de la novela- no se trata de una GRAN obra. o al menos, una obra a seguir. En fin...
La respuesta, como siempre, sería: "Callate, puto, y dejá de hablar boludeces. Te tiene que gustar porque YO lo digo!"
Aira se la come, Marechal se la da.
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