3 de diciembre de 2007

Charles Bukowski - La senda del perdedor (Fragmento)

La guerra estaba yendo bastante bien en Europa. Al menos para Hitler. La mayoría de los estudiantes no se pronunciaban sobre el tema. Pero los profesores auxiliares eran casi todos izquierdistas y antihitlerianos. Parecía no haber derechistas entre los profesores exceptuando al señor Glasgow, de Económicas, y lo era con discreción.
Lo correcto, intelectual y popular, era ir a la guerra contra Alemania para detener el avance del fascismo. En mi caso no tenía ningunas ganas de ir a la guerra para salvar mi modo actual de vida o el posible futuro que me esperaba. Yo no tenía Libertad. No tenía nada. Con Hitler quizás obtuviera un coño de cuando en cuando y una paga semanal de más de un dólar. Además, como había nacido en Alemania, tenía una cierta lealtad natural y no me gustaba ver cómo equiparaban a todos los alemanes con monstruos e idiotas. En los cines aceleraban las imágenes de las noticias para hacer que Hitler y Mussolini parecieran locos frenéticos. También, con todos los profesores en contra de Alemania, descubrí que personalmente me era imposible simplemente estar de acuerdo con ellos. Sin sentirme alienado, pero naturalmente contrariado, decidí oponerme a sus puntos de vista. Nunca había leído el Mein Kampf ni tenía deseos de hacerlo. Para mí, Hitler sólo era otro dictador, sólo que, en vez de mis regañinas a la hora de cenar, probablemente me volara los sesos o las pelotas si iba a la guerra a intentar pararle.
Algunas veces, cuando los profesores hablablan y hablaban sobre los horrores del nazismo (nos enseñaron a escribir "nazi" con "n" minúscula, incluso si encabezaba una frase) y el fascismo, yo me ponía en pie de un brinco y soltaba algún comentario:
- ¡La supervivencia de la raza humana depende de una selección responsable!
Lo que significaba: vigila con quién te vas a la cama; pero yo sólo sabía eso. Realmente mosqueaba a todo el mundo.
No sé de donde sacaba mis discursitos:
- Uno de los errores de la democracia es que el voto universal da lugar a un líder común que nos conduce a una vida vulgar, apática y predecible.
Evitaba cualquier referencia directa a los judíos y los negros, los cuales nunca me habían ocasionado ningún problema. Todos mis problemas provenían de los blancos no judíos. Por lo tanto yo no era nazi por temperamento o elección; fueron los profesores los que me hicieron seguir esa línea por parecerse y pensar como ellos y encima tener un prejuicio antialemán. Además yo había leído por ahí que si un hombre no creía o entendía verdaderamente la causa a la cual se adhería, de algún modo podía ser más convincente, lo que me daba una considerable ventaja sobre los profesores.
- Entrenad un caballo de tiro para convertirlo en uno de carreras y obtendréis un híbrido que no es ni veloz ni fuerte. ¡Una nueva Raza Dominadora surgirá de la selección premeditada y útil!
- No hay guerras buenas o malas. Lo único malo de una guerra es perderla. En todas las guerras ambos lados creen pelear por una Buena Causa. No se trata de saber quién tiene o no la razón, ¡se trata de comprobar quién tiene los mejores generales y el mejor ejército!
Me encantaba. Podía demostrar todo lo que me daba la gana.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Exelente Buk, aunque no tanto este fragmento. Prefiero sus poemas o simpimplemente, cuando me lee la mente! =)

Gabriel dijo...

el voto universal nos conduce a una vida vulgar, apática y predecible.

Mejor descripto imposible.

paula dijo...

Si un hombre no creía o entendía verdaderamente la causa por la cual se adhería, de algún modo podía ser más convincente

Esto me huele a filosofía Nietzschiana... ¿A qué opináis que se refiere?