30 de junio de 2008

Postales del ascenso diurno por la escala de Mohs

NO ME MIENTAS. Sé que estuviste acá anoche. La casa se despresurizó y después volvió a estabilizarse (oh, ohmeostasis, recambio de ohxígeno), como siempre que entrás, como siempre que escucho la llave girar.
¿Por qué nunca me despertás cuando venís acá? Una vez me dijiste que hacer eso sería una traición a tus “modos furtivos” (sic), pero no te creo. Si, ya sé que dedicarte actos de confianza no es mi especialidad, pero ahora menos que menos (siempre dudé de la validez sintáctica de esa expresión –¿hay algo que se le pueda quitar al “menos” para que sea “más menos”, o sea “menos que menos”?–, pero éste no es el momento adecuado de discutirla).
NO TE CREO porque los actos, los rituales, se desgañitan y luego tosen chorros de tinta negra sobre las palabras susurradas: sé que todos, siempre, sin duda y sin falta, son notificados de tus apariciones. Todos excepto yo, claro está.
A menos que el encanto resida en verme dormida. En observar mi rostro relajado, robado de esos gestos ampulosos que lo retuercen hasta el punto de la caricatura. En sentir la seguridad reconfortante de que no puedo hablar y, por ende, no puedo lastimarte o avergonzarte. Es lo más cercano a verme muerta, envuelta en una mortaja provisoria, estampada con flores enormes y celestes.

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Después de levantarme fui hasta la cocina. Arriba de la mesada de mármol había migas de pan y un cuchillo con el filo apenas orlado de sangre. Te cortaste un dedo y no dijiste nada, mirá que sos boludo. Sabías que yo iba a rodearte la herida con metros de gasa y a atiborrarte de antibióticos para matar bichos que sólo existen en mi cabeza.
Y fue ahí cuando mi error se convirtió en yunque y me aplastó. En medio de la semi-inconsciencia, supe que nuestras heridas (las tuyas, las mías, las de todos ellos), palpitan y crepitan en amores/dolores que no se cierran, que emiten corrientes eléctricas alternas que nos desfibrilan cuando el cuore pone el freno. Y vivir adentro de esas muertes que nos alimentan, aprender a caminar ese pasillo estrecho tapizado de púas, es el sello en el pasaje de ida hacia el paraguas de piel cálida donde todo, al fin, desaparece.
Así que, la próxima vez, despertame. Ya sé que hacer.

26 de junio de 2008

In sorte Diaboli

No vale la pena esperarme
Cincuenta pesos (en billetes de diez, siempre). Una marca marrón y alargada en la cara interna del muslo derecho. Algo que-no-sé-muy-bien-qué-es agazapado en algún lugar que-no-sé-muy-bien-donde-está. Dos costillas fisuradas que jamás se recalcificaron. Ojos negros, como los del 70 por ciento de las mujeres de este puto mundo. Eso es todo lo que tengo.
Anoche soñé que caminaba por el lecho seco de un río, buscando una roca que oficiaba de tapón al flujo de agua. Cuando, al fin, la encontraba y la quitaba, me daba cuenta de que del otro lado no había nada de líquido, sólo una caverna de piedra gris en la que se apilaban pedazos de carne sanguinolenta envueltos en plástico transparente.
Me desperté llorando. Hacía mucho que no me pasaba. Esas paredes de piedra eran todo el problema. Porque, justamente, me hicieron dar cuenta de que voy a envejecer en una casa gris. Nunca amarilla, ni beige, ni siquiera blanca. Gris. Con pasto amarillo en el jardín y silencios embarazados de angustia sentados en el pasillo.
Y jamás voy a parir hijos rellenos y rosaditos. Ni tampoco hijos horripilantes o deformes. Mis hijos van a ser perfectamente invisibles y van a sentarse en los bancos de la mitad del aula para hacer exámenes merecedores de sietes. Nunca ochos, ni nueves. Tampoco seis. Sietes.
Y mi muerte sobrevendrá mientras alguien me mira desde un rincón, sentado con las piernas cruzadas. Mientras, poco a poco, voy perdiendo moléculas que caen al suelo con débiles tintineos. Casi como ahora, pero con un ritmo un tanto más acelerado.
¿Ya te dije que no vale la pena esperarme?

Inter(hiper)textualidad

Fender, blogger amigo, ha perdido la razón y ha citado uno de mis textos de manera altamente elogiosa en su blog, como parte de una especie de "cadena de citas" (ya le agradecí en su espacio, pero le vuelvo a agradecer aquí, aunque los adjetivos que me ha lanzado sean productos de una enorme distorsión de su sentido estético). Y mi tarea, ahora, sería citar a otro blogger. Pero voy a hacer trampa: primero, no voy a citar un texto, sino una fotografía. Y el autor, si bien tiene blog, no ha publicado esta imagen allí. El responsable es Nico Bravo, amigo y compañero de trabajo (aquí pueden echarle un vistazo a su blog), y la imagen constituye una excelente muestra de la exacta cristalización temporal que demanda el fotoperiodismo, esta vez lograda en el marco de los disturbios que se sucedieron hoy durante el canje de entradas para el partido Talleres-Racing.

19 de junio de 2008

Lo inútil de la recurrencia

We see you try
We see you fail
Some things never change

We hear you cry
We hear you wail
We steal that smile from your face

(Soundgarden - Head Down)


Gusto a cemento
acribillado
por una ingenuidad
tan vidriosa
como repugnante

Un tajo que se abre
para recibir
a su ansiado cuchillo

Excrecencia
de pliegues mohosos
fagocitando
mi voluntad
(la apoteosis del miedo)

Y el tejido necrotizado
que sella la lente
abriéndole un camino
a la midriasis

17 de junio de 2008

16 de junio de 2008

Guy de Maupassant - Loco (Fragmento)

¡Ah! ¡Ésa es la clave del problema! ¡Matar es un crimen porque hemos numerado a los seres! Cuando nacen se les registra, se les da un nombre, se les bautiza. La ley se apodera de ellos. ¡Eso es! El ser que no está inscrito no cuenta: matadlo en el páramo o en el desierto, matadlo en la montaña o en el llano, ¿qué importa? La naturaleza ama la muerte; ¡ella no castiga, no!
Lo que es sagrado, ¡no faltaba más!, es el registro civil. ¡Eso es! Es él el que defiende al hombre. El ser es sagrado porque está inscrito en el registro civil. Respetad al registro civil, al Dios legal. ¡De rodillas!
El Estado puede matar, por su parte, porque tiene derecho a modificar el registro civil. Cuando ha sacrificado a doscientos mil hombres en una guerra, los borra del registro civil, los suprime a manos de sus escribientes. Se acabó. Pero nosotros, que no podemos cambiar los libros de los ayuntamientos, debemos respetar la vida. ¡Registro civil, gloriosa divinidad que reinas en los templos de las municipalidades, te saludo! Eres más fuerte que la naturaleza. ¡Ja, ja!

15 de junio de 2008

Ectoplasma


And dying is dry
Like a fact of history
And when you'll die
You'll become something worst than dead
You'll become a legend


13 de junio de 2008

Hidrólisis

El cuerpo recostado
capturado
por una elongación felina

Navegando
sobre placas tectónicas

Que sumergen
sus planas cabezas

Elevan
sus angulosas popas

Inventan
nuevos continentes
montañas
volcanes

Mientras
mi boca
humedece
una o dos letras solitarias

3 de junio de 2008

Necromancia

Clavado a sí mismo. Autocrucificado en un acto que clama por la atención del Pater. Es un niño que le lanza berridos a la ausencia que acabó engendrándole un hermano deforme que se le adhiere a la espalda, en equidistancia entre su piel y su camisa vieja.
¿Es que acaso no sabías que Prometeo se encadenó al peñasco por sus propios medios? La tortura de sus entrañas devoradas por el águila era también su ambrosía, su sangre y ese futuro anulado por repetición que lo mantenía vivo.
La tristeza eterna solo se borra con el solaz del poder. Y no hay poder más supremo que el de ser artífice de la propia disolución.
¿Alguna vez tuviste miedo de que tu lápida quedara seca de lágrimas? Bueno, probá asesinar a todos los que no te van a llorar. Quemales un ojo y luego el corazón. Y que las sábanas coagulen solas, carajo.

Cuánto hubiéramos dado
por escuchar esas palabras…

1 de junio de 2008

Otoño


Artificial red
Smoke, poison consumed

In the
House of Ill Repute

Is this the way I spend my days
In recovery of a fatal disease?